San Diego, ahora la frontera invisible del miedo
- Cicuta Noticias
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Por Daniel Lee Vargas
Ciudad de México 21 de mayo 2025.- En San Diego, una ciudad que presume diversidad y prosperidad, se ha instalado un clima de temor silencioso que acorrala a más de 200 mil migrantes indocumentados, muchísimos de ellos paisanos. No se trata de cifras abstractas, sino de personas reales—plomeros, albañiles, jornaleros—cuyas vidas han sido reducidas a estrategias de invisibilidad.
Donde antes esperaban trabajo con la frente en alto, hoy se esconden. Lo que era un punto de encuentro laboral se ha convertido en un terreno de riesgo, donde cualquier sombra puede parecer un operativo migratorio.
La narrativa oficial insiste en que las redadas son acciones legales. Pero la legalidad no siempre camina de la mano con la justicia.
Las redadas en fábricas y zonas de trabajo, lejos de salvaguardar el orden, erosionan los derechos humanos más básicos y siembran un miedo paralizante. No se trata solo de expulsar personas, sino de desmembrar comunidades y pulverizar la confianza. La economía local, por paradójico que parezca, sigue beneficiándose del consumo, del trabajo y del esfuerzo de estos mismos migrantes que el sistema intenta marginar. Pagan impuestos indirectos, llenan los supermercados, construyen casas que ellos no habitarán. Pero viven con el alma en vilo.

La tragedia no termina ahí. Las deportaciones han dejado una cicatriz emocional que atraviesa generaciones. Casos como el de Ximena Arias-Cristóbal, detenida por error en Georgia, evidencian lo precario del sistema migratorio estadounidense. No es solo una falla burocrática; es una señal de alarma. Las detenciones injustificadas y las separaciones forzadas no son daños colaterales: son el núcleo de una política que deshumaniza.
¿Quién es Ximena? Es una joven estudiante de 19 años que llegó a EU desde México a los 4 años, fue detenida por error en Dalton, Georgia, durante una parada de tráfico este mes de mayo. La policía confundió su vehículo con otro similar, -al menos eso reportaron- y aunque se reconoció el error y se retiraron los cargos, fue entregada a ICE por su estatus migratorio, ya que no califica para el programa DACA. Actualmente se encuentra detenida en el Centro de Detención Stewart, al igual que su padre, también arrestado previamente. Su caso ha generado una ola de indignación y apoyo comunitario, evidenciando la fragilidad del sistema migratorio.
Este caso se suma a otros donde el impacto psicológico en niños y adolescentes es devastador. Son menores que han crecido en EU, que hablan inglés mejor que español, y que ahora enfrentan la incertidumbre de perder a sus padres o de ser deportados a países que no conocen. En muchos casos, la única opción es la re-emigración: cruzar de nuevo la frontera, con mayores riesgos, con menos derechos, con más criminalización.
El sistema migratorio actual no solo fracasa en ofrecer soluciones, sino que perpetúa una lógica de exclusión. San Diego, tan cerca de México y tan lejos de la justicia, es hoy un espejo de lo que ocurre a lo largo de toda la frontera. Y mientras no se coloque la dignidad humana en el centro del debate, seguiremos sumando historias de dolor, miedo y resistencia.
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