Migrantes mexicanos en EU son economía sin patria, política sin voz
- Cicuta Noticias

- hace 13 horas
- 3 Min. de lectura

Por Daniel Lee Vargas
Ciudad de México, 10 de noviembre 2025.- ¡Digámoslo así!... Por décadas, el migrante mexicano ha sido la mano invisible que sostiene el crecimiento de Estados Unidos. Su trabajo anónimo en los campos, los restaurantes y las obras permitió a la economía norteamericana mantener su ritmo de prosperidad. Sin embargo, ese mismo trabajador —sin derechos, sin papeles y sin reconocimiento— está comenzando a convertirse en un actor político con peso real. El problema es que México aún no lo ha entendido.
La relación migratoria entre ambos países ya no se mide solo en remesas ni en detenciones, sino en control y poder. Estados Unidos consolidó un sistema de frontera extendida, donde México actúa como muro delegado: detiene, deporta y contiene a cambio de cooperación económica y silencios diplomáticos. La política migratoria mexicana se volvió una subcontrata del Departamento de Seguridad Nacional (DHS).
Mientras Washington controla con algoritmos, México colabora con policías y estaciones migratorias saturadas.
El resultado es una doble exclusión. El migrante mexicano es invisible en Estados Unidos y desechable en México. No tiene defensa jurídica eficaz, ni representación consular suficiente, ni políticas públicas de reinserción. En los hechos, el país exporta mano de obra y celebra los dólares que regresan, pero se desentiende del costo humano que implica ese flujo constante de vidas desplazadas.
En 2024, las remesas superaron los 65 mil millones de dólares, una cifra récord que los gobiernos presumen como logro económico, aunque en realidad revela una dependencia estructural. Las remesas son el sustituto emocional y financiero de un Estado ausente. Cada dólar enviado desde Houston o Chicago mantiene escuelas, viviendas y negocios familiares, pero también refuerza la ilusión de que todo funciona sin migrantes.
México vive, literalmente, de su diáspora.
Paradójicamente, mientras se les criminaliza en las fronteras, los mexicanos en Estados Unidos se vuelven cada vez más indispensables. Son el 60% de la fuerza laboral indocumentada y sostienen sectores enteros: construcción, agricultura, limpieza y servicios de cuidado. Sin ellos, el país vecino no podría alimentar ni alojar a su propia población. Durante la pandemia fueron llamados “trabajadores esenciales”, pero apenas terminó la emergencia regresaron a la invisibilidad y la persecución.
La red consular mexicana, en teoría encargada de protegerlos, se ha vuelto insuficiente y burocrática. No hay una estrategia de defensa jurídica colectiva ni una política exterior que asuma la migración como prioridad nacional. La diplomacia mexicana es reactiva: responde a las crisis, pero no construye futuro. Mientras tanto, los gobernadores de Texas o Florida aprueban leyes abiertamente antimigrantes, y el gobierno federal estadounidense refuerza su frontera tecnológica con la complacencia de la Cancillería mexicana.
Sin embargo, algo está cambiando desde abajo. Los migrantes están dejando de ser solo fuerza laboral para convertirse en fuerza política. En estados como Nevada, Arizona y California, las comunidades mexicanas comienzan a organizarse, apoyar campañas y reclamar derechos. El voto latino, del cual los mexicanos son mayoría, será decisivo en las próximas elecciones estadounidenses. Ya no son solo los jornaleros invisibles: son votantes, activistas, líderes comunitarios y, en muchos casos, empresarios que moldean la economía local.
El reto es que México los reconozca como tales. No como remitentes de divisas, sino como ciudadanos transnacionales con derechos y voz. Se necesita una diplomacia de acompañamiento, no de administración; una política exterior que deje de aplaudir las remesas y empiece a defender la dignidad de quienes las envían.
Porque cada dólar que cruza la frontera lleva consigo una historia de abandono. Y si México no aprende a escuchar esas voces, otros lo harán —en inglés, y con consecuencias electorales que ya se sienten en ambos lados del río Bravo. O, usted estimado lector ¿cómo la ve?
Sígueme en mis redes sociales: https://www.facebook.com/daniel.lee.766372/










Comentarios