Trump convierte la migración legal en delito
- Cicuta Noticias
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Por Daniel Lee Vargas
Ciudad de México 22 Agosto 2025.- La administración de Donald Trump ha cruzado un umbral que redefine la frontera entre seguridad nacional y persecución política. Ahora ordena revisiones exhaustivas a 55 millones de extranjeros con visas válidas en Estados Unidos.
No se trata de un operativo extraordinario contra amenazas específicas, sino de un mecanismo de vigilancia continua que convierte a todo inmigrante —estudiante, trabajador o académico— en sospechoso permanente.
Bajo esta “lógica”, la legalidad migratoria deja de ser un derecho adquirido y se convierte en una concesión frágil, sujeta al capricho de un sistema que eleva faltas menores al nivel de delitos graves.
Trump quiere imponer la noción de que ningún extranjero está a salvo, que cualquier error, cualquier desacuerdo, cualquier protesta puede costar la deportación. Ese es el golpe más grave: destruir la confianza en la legalidad y convertir el estatus migratorio en un privilegio precario, revocable a voluntad.
Hoy lo vemos con estudiantes y trabajadores, mañana puede ser con cualquier comunidad entera.
Las cifras hablan de un endurecimiento sin precedentes: miles de visas canceladas, muchas de ellas de estudiantes internacionales, no por vínculos terroristas, sino por protestar en campus universitarios o cometer infracciones de tránsito.
Lejos de expulsar a “lo peor de lo peor”, como insiste la retórica oficial, la política migratoria trumpista expulsa a jóvenes cuyo único delito ha sido participar en una manifestación o conducir sin licencia.
En este clima de sospecha, la visa se convierte en un hilo delgado que puede romperse por cualquier tropiezo burocrático, social o político.
Estamos ante una estrategia que desdibuja los límites del Estado de derecho: lo que se presenta como defensa de la seguridad nacional en realidad instala un régimen de miedo que vulnera libertades civiles y normaliza la deportación masiva por infracciones mínimas.
La migración legal ya no es garantía de estabilidad, sino un terreno movedizo donde el Estado se reserva el derecho de revocar derechos a discreción. Con esta ofensiva, Trump no solo erosiona la confianza de millones de migrantes, sino que también redefine a Estados Unidos como una nación que castiga la diversidad y el disenso bajo el disfraz de la legalidad.
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