Trenzas contra el miedo, la protesta silenciosa de mujeres latinas frente a las redadas del ICE en California

Por Daniel Lee Vargas

Ciudad de México 21 Diciembre 2025.- En medio de un clima de persecución migratoria y redadas masivas, el cuerpo se ha convertido nuevamente en territorio político. En comunidades latinas de California, especialmente en Los Ángeles, las trenzas han emergido como una forma de protesta pacífica, silenciosa y profundamente simbólica frente a los operativos del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).

De acuerdo con información difundida por CNN, mujeres migrantes y mexicoamericanas han adoptado el trenzado del cabello como un gesto cotidiano cargado de significado: resistencia sin confrontación, identidad sin consignas, presencia sin permiso. En un contexto donde marchar o alzar la voz puede implicar riesgos legales o represalias, las trenzas funcionan como un mensaje que circula en escuelas, calles, comercios y centros comunitarios, desafiando el intento de invisibilización.

La iniciativa surge como respuesta directa a la intensificación de redadas migratorias durante la segunda administración de Donald Trump. Desde junio de este año, Los Ángeles se convirtió en uno de los principales focos de operativos coordinados del ICE, con más de 10 mil personas migrantes arrestadas, según reportes oficiales. Las detenciones —muchas de ellas sin antecedentes criminales— provocaron un clima generalizado de miedo, separación familiar y retraimiento comunitario.

Frente a este escenario, la cultura volvió a ocupar un papel central como forma de organización y resistencia. Las trenzas, históricamente asociadas a la memoria indígena, afrodescendiente y campesina, reaparecen ahora como una afirmación de permanencia frente a políticas que buscan expulsar. Para muchas participantes, trenzarse el cabello es decir “aquí seguimos” sin pronunciar una sola palabra.

La respuesta no se limita al plano simbólico. Iniciativas como “Trenzas Amigas” han logrado articular a pequeños emprendimientos hispanos, estilistas y colectivos comunitarios para recolectar donaciones destinadas a familias afectadas por arrestos, procesos de deportación o separaciones forzadas. Las jornadas de trenzado se han transformado en espacios seguros donde convergen protesta, apoyo económico y acompañamiento emocional.

Las organizadoras destacan que el acto de trenzar no solo genera recursos, sino vínculos. En un contexto de miedo e incertidumbre, el contacto humano, la conversación y el cuidado mutuo se vuelven herramientas políticas. Cada trenza es también un gesto de contención frente al trauma que dejan las redadas.

Además, la campaña impulsa la difusión de información clave para la protección de las personas migrantes. Entre los esfuerzos más relevantes está la promoción de las guías del Immigrant Defense Project, que explican qué grupos enfrentan mayor riesgo ante redadas del ICE y qué medidas preventivas pueden adoptarse. Las recomendaciones incluyen elaborar planes familiares de emergencia, evitar interacciones innecesarias con el sistema penal y consultar asesoría legal antes de realizar cualquier trámite migratorio.

En tiempos de políticas restrictivas y discursos criminalizantes, estas expresiones culturales revelan una verdad incómoda para el poder: la resistencia no siempre grita, a veces se entrelaza. Y en cada trenza que cruza una calle de Los Ángeles, se teje también una red de dignidad, memoria y comunidad que se niega a desaparecer.

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