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Deportados y despojados, la infancia que se queda atrás”

  • Foto del escritor: Cicuta Noticias
    Cicuta Noticias
  • hace 12 minutos
  • 3 Min. de lectura

Por Daniel Lee Vargas

Ciudad de México 25 de mayo 2025.- Hay heridas que no sangran, pero dejan cicatrices imborrables. La separación de una madre de su hija, de un padre de su hijo, es una de ellas. En la frontera entre Estados Unidos y México, miles de familias mexicanas llevan años viviendo no solo una separación física, sino una fractura emocional, legal y humanitaria causada por políticas migratorias inflexibles y profundamente deshumanizantes.

Entre 2015 y 2019, más de 100 mil padres y madres mexicanas fueron deportados dejando atrás lo más valioso que tenían: sus hijos. Niños que crecieron con tíos, con vecinos o con nadie. Niños que, al carecer de un tutor legal asignado, quedaron expuestos al sistema de protección infantil estadounidense, un sistema que, lejos de garantizar el derecho a la reunificación, ha servido de antesala a la pérdida definitiva de la custodia. ¿De qué justicia hablamos cuando una deportación puede despojar a una madre de su hija como si fuera parte del equipaje no reclamado en un aeropuerto?

El 39% de los padres deportados no tiene un plan claro para reencontrarse con sus hijos. No por falta de amor, sino por un muro invisible más alto que cualquier barda de acero: el muro legal. Un padre en Tijuana difícilmente puede demostrar a un tribunal en California que puede cuidar de su hijo, aunque el corazón le grite lo contrario. Y mientras tanto, los días se convierten en años, y los niños aprenden a olvidar para poder sobrevivir.

La tragedia no es sólo la separación, sino la normalización de esta práctica. La violencia estructural de la deportación no termina cuando el ICE cierra la puerta de un avión; apenas comienza. Es entonces cuando el miedo se vuelve cotidiano, cuando los migrantes, como ocurrió recientemente en el condado de Orange, hacen fila frente al Registro Civil no para celebrar una boda o el nacimiento de un hijo, sino para apostillar sus documentos por si mañana ya no están. La apostilla se ha convertido en un salvavidas burocrático ante la tempestad de la incertidumbre migratoria.

En un operativo reciente en Los Ángeles, 239 personas fueron detenidas. No todas tenían antecedentes penales. Pero todas compartían un mismo delito: haber buscado una vida digna en el país que presume ser el bastión de la libertad. ¿Cómo se justifica que la seguridad nacional se construya sobre la devastación familiar?

No basta con denunciar; urge transformar. Los jueces de inmigración deben tener la facultad de valorar el interés superior del menor antes de ordenar una deportación. El sistema de protección infantil necesita reformas que impidan que la distancia geográfica se convierta en una sentencia de abandono. Y, sobre todo, necesitamos voluntad política y compasión institucional para garantizar que ningún niño más pierda a su madre por el simple hecho de haber nacido al norte de una línea imaginaria.

En verdad, estimado lector, resuelve en algo que la señora presidenta Claudia Sheinbaum diga... de ser “necesario” se impulsarán movilizaciones para evitar el impuesto a las remesas en EU”; Es, nadie lo juzga, un tema de extrema relevancia el no fregar mas a nuestros connacionales, pero digo, hay demasiados frentes abiertos contra nuestros connacionales, y mucha tibieza de parte del gobierno de México.

Pero... las familias? No podemos guardar silencio ante esta crisis humanitaria silenciosa. El mundo nos mira, y la historia nos juzgará. No se trata solo de políticas migratorias: se trata de humanidad, de justicia y del derecho fundamental a estar con quienes amamos.

Porque ningún documento, ningún sello, y ninguna frontera debería tener el poder de romper un hogar.

X @DANIELLEE69495 Y comparte tus comentarios en holapaisanovocescruzandofronte@gmail.com

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