Zohran Mamdani, una esperanza para los migrantes
- Cicuta Noticias

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Por Daniel Lee Vargas
Ciudad de México 3 de noviembre 2025.- Para tomarlo muy en cuenta… Zohran Mamdan podría convertirse este martes 4 de noviembre en el primer alcalde musulmán y socialista de Nueva York.
Para los migrantes mexicanos, el posible triunfo de Mamdani abre una ventana política inédita.
Nueva York alberga a más de 400 mil mexicanos y mexicanas —muchos de ellos trabajadores en la construcción, limpieza, restaurantes y transporte— que históricamente han sido marginados de la representación política local.
En un contexto donde la xenofobia y la persecución han recrudecido durante la era Trump, la llegada de un alcalde que no sólo entiende la migración, sino que la encarna, tendría un impacto simbólico y práctico profundo.
En lo simbólico, la victoria de Mamdani significaría la legitimación de una nueva identidad política estadounidense: la del migrante progresista, multirreligioso y plural, que no pide tolerancia, sino justicia.
En lo práctico, abriría la puerta a políticas locales más inclusivas: programas de regularización laboral, vivienda asequible, acceso universal a transporte público y el fortalecimiento de redes comunitarias para trabajadores sin documentos. Nueva York podría volver a ser un laboratorio de políticas sociales avanzadas, como lo fue en otras épocas para los movimientos obreros y migratorios.
Quien es Zohran Mamdan, le diré: es un joven inmigrante musulmán, nacido en Uganda e hijo de padres intelectuales de origen indio.
Su ascenso representa mucho más que una disputa local: es la posibilidad de un viraje histórico en la narrativa política estadounidense, en el corazón mismo del poder financiero mundial.
Su plataforma —congelamiento de rentas, transporte gratuito, creación de vivienda social y mayores impuestos a los multimillonarios— no es sólo una agenda progresista: es una respuesta estructural al deterioro del contrato social urbano que ha expulsado a miles de migrantes, afroamericanos y trabajadores de los barrios que ellos mismos construyeron.
Nueva York, símbolo de diversidad y refugio, se había convertido en una ciudad cada vez más hostil para quienes la habitan desde abajo. Mamdani propone devolverle el alma a esa ciudad: una urbe de derechos, no de rentas.
El mensaje de Mamdani es tan sencillo como radical: “Nueva York no está a la venta”. Con esa consigna, ha logrado articular una coalición de más de 90 mil voluntarios —en su mayoría jóvenes, trabajadores migrantes y sindicatos— decididos a recuperar el sentido público de una ciudad que, en las últimas décadas, ha sido moldeada por los intereses de las élites financieras y los grandes consorcios inmobiliarios.
Frente a la candidatura del exgobernador Andrew Cuomo, respaldado por figuras como Michael Bloomberg y una maquinaria de 20 millones de dólares en donaciones corporativas, Mamdani ha demostrado que el poder del voto popular aún puede desafiar al dinero.
La alianza de Mamdani con figuras como Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez también apunta a una reconfiguración del Partido Demócrata, cada vez más presionado por su ala izquierda.
Para las comunidades migrantes, esto significa la posibilidad de articular agendas transversales —clima, justicia racial, derechos laborales y ciudadanía— en un país que sigue debatiéndose entre la promesa de inclusión y la tentación del aislamiento.
Sin embargo, el ascenso de Mamdani también genera resistencias poderosas. Su defensa de la causa palestina y sus críticas al Estado de Israel le han acarreado ataques mediáticos y acusaciones de antisemitismo.
Donald Trump lo ha calificado de “pequeño comunista”, mientras que sectores del establishment demócrata lo ven como una amenaza a la estabilidad institucional. En ese fuego cruzado, Mamdani simboliza algo más que una figura electoral: representa el choque entre dos visiones de país. Una, la que defiende los privilegios del capital y el miedo al otro; otra, la que se atreve a redefinir el sueño americano desde los márgenes.
Si Mamdani gana, el mensaje trascenderá Nueva York. En Los Ángeles, Chicago, Houston o Miami —ciudades con millones de migrantes latinoamericanos— podría replicarse un modelo de liderazgo basado en la justicia social y la redistribución del poder. La victoria de un alcalde musulmán, hijo de migrantes, en la capital económica del país enviaría una señal potente a toda América: el futuro de Estados Unidos no pertenece a quienes levantan muros, sino a quienes construyen puentes.
Para los mexicanos en Estados Unidos, esa victoria tendría un valor doble. Sería un acto de reconocimiento histórico hacia las comunidades que sostienen, con su trabajo y su remesa, tanto la economía estadounidense como la mexicana. Y sería, también, una lección para México: la política migratoria no se transforma desde los despachos, sino desde las calles y las urnas, cuando las voces excluidas deciden gobernar.
Zohran Mamdani, con apenas 34 años, representa la posibilidad de un nuevo pacto urbano y moral en el siglo XXI: una ciudad donde el origen, la lengua o el credo no sean obstáculos para ejercer ciudadanía plena. Su eventual triunfo no sólo sería un hecho histórico; sería una señal de que, incluso en el corazón del imperio, los hijos del exilio y del trabajo están comenzando a escribir su propia versión del sueño americano.
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