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Pedro Haces, el sindicalista del lujo y la extorsión

  • Foto del escritor: Cicuta Noticias
    Cicuta Noticias
  • 26 ago
  • 3 Min. de lectura

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Columna Horas Extras

Por Daniel Lee Vargas

Ciudad de México 27 Agosto 2025.- La máscara de “sindicalista renovador” que Pedro Haces Barba intentó vender se ha caído. Lo que queda a la vista es un legislador mediocre, un dirigente sindical cuestionado en múltiples estados, y un empresario que ha hecho de la simulación y la impunidad su verdadero oficio.

El reciente desplegado de “La Laguna contra la extorsión”, firmado por 18 empresas y organizaciones, no es un hecho aislado: es la confirmación pública de lo que durante años se ha denunciado en voz baja. La CATEM, sindicato que Haces fundó y presume como la “nueva fuerza obrera de México”, aparece señalado una y otra vez como pantalla de prácticas de extorsión, cobro de piso y vínculos con el crimen organizado.

De Torreón a Querétaro, de Veracruz a Oaxaca, las acusaciones se multiplican: desapariciones, amenazas, cuotas ilegales disfrazadas de aportaciones sindicales, control mafioso de mercados y hasta huachicoleo de agua.

Frente a este panorama, la respuesta de Pedro Haces no solo resulta insultante: raya en el cinismo. Pretender que las denuncias son una “casualidad” porque la CATEM avanza en bastiones obreros del PRI es la típica coartada de quien se sabe descubierto. Lo que está en juego no es una pugna partidista: es el derecho elemental de trabajadores, pequeños empresarios y comunidades a vivir sin la sombra de la extorsión sindicalizada.

El problema es más profundo. Documentos de inteligencia filtrados por Guacamaya confirman lo que la voz popular sospechaba: operadores de la CATEM están imbricados con redes criminales locales, desde Acapulco hasta la Costa Chica, utilizando el nombre del sindicato para controlar obras, imponer cuotas y desplazar a competidores. Se trata de un sindicalismo de fachada, una franquicia de negocios turbios donde el trabajador es lo de menos.

Mientras tanto, Pedro Haces vive en otro planeta. Su vida de helicópteros privados, fiestas fastuosas en su rancho del Ajusco, presencias VIP en Fórmula 1, toros y béisbol, contrasta brutalmente con la retórica de “austeridad republicana” que Morena enarbola como bandera moral. Su paso por la Cámara de Diputados confirma el fraude: un legislador irrelevante, ausente de propuestas de fondo, dedicado más a blindar su propio poder que a legislar por los trabajadores que dice representar.

Es un insulto que un personaje con semejante historial —acusado por la Auditoría Superior de la Federación de irregularidades en sus empresas de seguridad y limpieza, con trabajadores fuera de nómina y recursos públicos mal comprobados— sea todavía tolerado como dirigente sindical y como representante popular.

El caso de Pedro Haces encarna lo peor del sindicalismo charro del pasado, maquillado con un nuevo discurso para seducir a un partido en el poder. Su permanencia en la escena política y sindical no es una anécdota: es la muestra de que la corrupción sindical sigue viva, mutando y adaptándose a las coyunturas, pero siempre contra los trabajadores.

Hoy, cuando regiones enteras levantan la voz contra las extorsiones de la CATEM, la exigencia es clara: investigación federal a fondo, sanción ejemplar a dirigentes y operadores, y la expulsión de Pedro Haces del espacio político. Tolerarlo un día más equivale a normalizar que el sindicalismo sea un negocio de lujo al servicio del crimen.

Porque mientras Pedro Haces se pasea en helicóptero, miles de trabajadores viven bajo amenaza. Y ese contraste no es política: es obscenidad.

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