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México Omiso, EU Despiadado

  • Foto del escritor: Cicuta Noticias
    Cicuta Noticias
  • hace 6 horas
  • 4 Min. de lectura

Por Daniel Lee Vargas

Ciudad de México 27 de junio 2025.- Mientras en Estados Unidos la persecución contra migrantes mexicanos alcanza niveles de brutalidad inaceptables, en México, las instituciones responsables de proteger a estas poblaciones permanecen ausentes, debilitadas o simplemente inoperantes. La tibieza del gobierno mexicano y la indiferencia de sus autoridades migratorias alimentan un círculo perverso donde los migrantes quedan atrapados entre la violencia extranjera y la omisión nacional.

La situación en Estados Unidos ha escalado peligrosamente. Organizaciones migrantes han denunciado que grupos nacionalistas estadounidenses se han sumado a las redadas que realiza el ICE, participando activamente en golpizas y persecuciones violentas contra personas que identifican —correcta o incorrectamente— como mexicanas.

Alma Rosa Camacho, de Migrant Heroes, ha revelado que estos grupos operan armados, encapuchados y sin identificarse, actuando con total impunidad. Incluso en las llamadas "ciudades santuario", se registran detenciones con violencia y agresiones físicas sistemáticas. Muchos de los supuestos agentes encapuchados afirman pertenecer a cuerpos policiacos, pero nunca presentan identificación oficial. La violencia se concentra en las extremidades: golpes dirigidos a pies y piernas para inmovilizar a los migrantes. El caso reciente de un paisano vendedor de tamales, se hizo viral en redes y medios informativos, Y... ¿quien lo defendió?

La estadística es contundente: entre 2021 y 2024, más de 209 mil mexicanos han sido detenidos por el ICE, lo que representa el 22.4% de todas las detenciones migratorias en ese periodo. Lo más alarmante es que casi la mitad de los detenidos no tienen antecedentes penales, y menos del 30% ha sido condenado por algún delito. La persecución es selectiva y racista: muchos migrantes centroamericanos son directamente etiquetados como mexicanos al momento de su detención.

En ciudades como Nueva York, Los Ángeles y Phoenix, los operativos ilegales al salir de iglesias, tribunales o lugares públicos se han convertido en una práctica habitual. Se ha construido un verdadero modus operandi de persecución nacionalista que opera bajo la sombra, sin identificación y con apoyo de sectores radicalizados de la sociedad estadounidense.

La estrategia del miedo: autodeportarse para sobrevivir

Frente a este escenario de violencia y acoso constante, miles de migrantes han optado por la autodeportación. Más de 3 mil personas han solicitado su salida voluntaria a través de la aplicación CBP Home, un recurso que no representa una elección libre, sino una rendición forzada ante el terror sistemático.

El mensaje es claro: el endurecimiento de la política migratoria estadounidense y la colaboración de grupos nacionalistas han logrado imponer el miedo como herramienta de control. La autodeportación se ha vuelto la vía de escape más segura para quienes prefieren irse antes que ser cazados como criminales en un país que ya no los quiere.

México: un Estado ausente y negligente

Ante la gravedad de estos hechos, la respuesta del gobierno mexicano ha sido tibia, lenta y superficial. Mientras sus ciudadanos son perseguidos y golpeados al otro lado de la frontera, la Secretaría de Relaciones Exteriores apenas reacciona con comunicados sin fuerza ni impacto real. Las protestas recientes en comunidades migrantes en Estados Unidos —donde incluso negocios han cerrado en solidaridad— contrastan con la indiferencia institucional en México.

El Estado mexicano ha demostrado que la defensa de sus connacionales no es una prioridad. La falta de protección consular efectiva y la ausencia de presión diplomática frente al gobierno estadounidense son inaceptables. El gobierno mexicano ha normalizado el sufrimiento de sus migrantes.

La Comar y el INM: corrupción, omisión y abandono

Como si la agresión en el extranjero no fuera suficiente, en México las propias instituciones encargadas de atender a las personas migrantes y refugiadas están al borde del colapso.

El Colectivo de Monitoreo de la Frontera Sur ha denunciado el deterioro institucional de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), señalando no sólo la reducción del personal operativo y de traducción, sino también presuntos actos de corrupción que deben ser investigados y sancionados.

La reorganización de la Comar, derivada de la falta de recursos, ha provocado retrasos inaceptables de hasta un año en los procedimientos de asilo, violando la legislación y dejando a miles de personas varadas sin acceso a protección.

El Instituto Nacional de Migración (INM) tampoco está exento. Sus prácticas sistemáticas de detenciones arbitrarias, su falta de transparencia y sus constantes violaciones a los derechos humanos son un reflejo de un modelo migratorio que, en lugar de proteger, criminaliza.

La Comar y el INM no están cumpliendo sus funciones. Su inacción y corrupción convierten a México en un país que expulsa, criminaliza y olvida a los migrantes, tanto nacionales como extranjeros.

Hoy, más que nunca, urge un golpe de timón. No basta con discursos: es imprescindible reformar, limpiar y fortalecer las instituciones mexicanas para garantizar una protección real a los migrantes y exigir, sin titubeos, el cese inmediato de la persecución violenta en Estados Unidos.

El silencio y la omisión también son formas de violencia.

Y hoy, el Estado mexicano es cómplice por inacción.

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