La migración bajo la lupa de los algoritmos

Por Daniel Lee Vargas

Ciudad de México 23 de septiembre 2025.- La administración de Donald Trump dio un paso más contra nuestros paisanos y migrantes de otros países hoy en Estados Unidos: incorporar inteligencia artificial para decidir quién merece ser deportado.

El nuevo sistema, bautizado como ImmigrationOS, promete eficiencia y rapidez, pero detrás de la narrativa tecnológica se esconde un modelo de control social que amenaza derechos fundamentales y normaliza la persecución de comunidades enteras.

El Departamento de Seguridad Nacional (DHS) reunirá en esta plataforma información de múltiples bases de datos —desde reportes bancarios hasta estadísticas del censo— para construir perfiles automatizados de millones de personas.

Bajo el argumento de “optimizar recursos”, los algoritmos no solo registrarán arrestos y autorizarán redadas, sino que también recomendarán quién debe ser puesto en un avión rumbo a la expulsión. Es decir, la IA asumirá un rol cuasi-jurídico en un proceso que ya de por sí adolece de garantías y transparencia.

La paradoja es cruel: un país que se precia de defender la democracia ahora delega decisiones de vida o muerte a sistemas opacos y entrenados con sesgos estructurales. La historia enseña que cuando se concentran datos de minorías y se entregan al aparato coercitivo del Estado, las consecuencias suelen ser persecución y discriminación masiva.

Desde una óptica internacionalista, este giro tecnológico no puede verse como un avance neutral. Es un mensaje político al mundo: Estados Unidos está dispuesto a instrumentalizar la inteligencia artificial no para salvar vidas ni proteger derechos, sino para perfeccionar un régimen de exclusión. ImmigrationOS inaugura una era en la que el algoritmo sustituye al juez, y la eficiencia desplaza a la justicia.

La pregunta de fondo es si las sociedades democráticas aceptarán sin resistencia que la política migratoria se convierta en un laboratorio de vigilancia masiva. Porque lo que hoy se aplica contra los migrantes mañana puede extenderse a cualquier disidencia. El verdadero riesgo no es solo la deportación: es la normalización de un Estado que vigila, perfila y decide quién pertenece y quién debe ser eliminado del territorio.

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