top of page

Los hijos del miedo: la generación estadounidense que crece mirando la puerta

  • Foto del escritor: Cicuta Noticias
    Cicuta Noticias
  • hace 1 día
  • 2 Min. de lectura

ree

Por Daniel Lee Vargas

Ciudad de México, 8 de diciembre 2025.- Hay una generación en Estados Unidos que nadie quiere ver, que no aparece en discursos oficiales ni en estadísticas del Congreso, pero que está ahí, silenciosa, alerta, escuchando conversaciones que ningún niño debería escuchar.

Son hijos de migrantes, muchos de ellos ciudadanos estadounidenses por nacimiento, pero marcados por un miedo que no les corresponde: el temor de que un día, sin aviso, su familia desaparezca. La política migratoria no solo está redefiniendo la vida de los adultos; está moldeando la infancia de cientos de miles de niños que crecen con un ojo en la escuela y otro en la puerta de su casa, por si “no regresan mamá o papá”.

El clima político actual —agresivo, punitivo, saturado de retórica que criminaliza al migrante— ha construido una infancia rota.

Niños de ocho o diez años que aprenden de memoria números de teléfono por si “hay una redada”. Maestros que ven cómo los estudiantes se hunden en silencio cuando escuchan comentarios antiinmigrantes en el aula.

Psicólogos escolares que reportan crisis de ansiedad, retraimiento social y problemas de aprendizaje derivados del estrés constante. Y comunidades enteras que se ven obligadas a diseñar redes de emergencia para proteger a menores que, con todo y pasaporte estadounidense, viven como si no tuvieran derecho a pertenecer.

Esta generación está cargando una herida política que no provocó.

Porque mientras la Casa Blanca y los gobernadores disputan narrativas sobre seguridad, “crisis fronteriza” y votos, los hijos de los migrantes están pagando el costo emocional de una guerra que no es suya.

Crecen con la contradicción brutal de ser estadounidenses en un país que cuestiona, día tras día, si sus familias merecen existir. Y esa brecha —entre el derecho legal y la precariedad cotidiana— está dejando daños profundos: jóvenes desconectados, hogares fragmentados, una ciudadanía fracturada desde la infancia.

Hay algo profundamente irresponsable en normalizar este miedo. Estados Unidos lleva décadas debatiendo sobre migración, pero pocas veces ha aceptado que sus políticas no solo detienen adultos: rompen proyectos, erosionan confianza, disuelven comunidades enteras.

La pregunta urgente no es cuántos migrantes se deportan, sino cuántos niños ciudadanos están creciendo bajo un régimen emocional de inseguridad permanente.

Si un país se mide por cómo trata a su infancia, entonces esta generación —la generación que aprendió a temer el sonido de una patrulla— debería obligarnos a replantear la conversación.

Porque no solo estamos hablando de migración: estamos hablando del futuro de ciudadanos estadounidenses que aprenderán, desde muy pequeños, que su país puede volverse contra su familia. Y esa lección, una vez aprendida, no se olvida. Así las cosas... Tenía que decirlo...

Sígueme en mis redes sociales: https://www.facebook.com/daniel.lee.766372/

 
 
 

Comentarios


Entradas recientes
bottom of page