La ciudadanía estadounidense privilegio condicionado, Estados Unidos endurece ruta migrante
- Cicuta Noticias
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Por Daniel Lee Vargas
Ciudad de México 24 Agosto 2025.- Obtener la ciudadanía estadounidense ha sido históricamente el último peldaño en la larga y desgastante travesía de quienes migran en busca de mejores condiciones de vida.
No se trata de un regalo ni de un acto de caridad: es el resultado de años de trabajo, contribuciones fiscales, sacrificios familiares y una lucha constante contra la discriminación y la precariedad. Sin embargo, lo que debería ser el reconocimiento pleno de derechos, se convierte cada vez más en un privilegio condicionado bajo un filtro de sospecha y control.
El endurecimiento del examen de naturalización, anunciado por las autoridades migratorias, no es un simple ajuste técnico. Responde a una lógica política: elevar las barreras para desalentar la integración plena de millones de inmigrantes.
Exigir un nivel de inglés y conocimientos cívicos más estrictos puede parecer razonable en el discurso oficial, pero en la práctica significa dejar fuera a quienes, a pesar de aportar a la economía y al tejido social, no cumplen con parámetros arbitrarios diseñados para excluir.
A ello se suma la expansión desproporcionada de la vigilancia biométrica. El USCIS (Servicio de Ciudadanía e Inmigración de los Estados Unidos) reactivó una regulación que permitirá recolectar no solo huellas digitales, sino iris, ADN y huellas de voz, bajo el pretexto de seguridad. Se trata de una política que erosiona derechos fundamentales y normaliza la idea de que un inmigrante es, antes que persona, un sujeto sospechoso. Un perfil a ser controlado, catalogado y almacenado.
Lo más grave es la narrativa que acompaña estas medidas.
Al incluir el “antiamericanismo” como factor de análisis en solicitudes migratorias, se abre la puerta a un terreno ambiguo y peligroso: ¿qué significa exactamente ser “antiamericano”? ¿Criticar políticas gubernamentales? ¿Protestar contra la discriminación? ¿Defender derechos laborales?
Bajo esta lógica, cualquier expresión de inconformidad podría etiquetarse como amenaza. El resultado: un clima en el que el silencio y la autocensura pesan más que la libertad de conciencia.
La ciudadanía, lejos de consolidarse como un derecho alcanzable tras años de aportación social, se convierte en un examen de lealtad ideológica. Estados Unidos, país que se presenta como referente de democracia, corre el riesgo de consolidar un modelo de ciudadanía basado en la sospecha y en la obediencia incuestionable.
En un momento en que millones de migrantes —mexicanos, centroamericanos, caribeños y de todas partes del mundo— sostienen con su trabajo a la economía estadounidense, es inaceptable que se les cierre el camino a la integración plena mediante políticas de exclusión, vigilancia y condicionamiento político. No se trata solo de endurecer un examen, sino de redefinir el sentido mismo de pertenencia y participación en la vida cívica de un país construido, paradójicamente, por migrantes.
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