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Busca Salinas Pliego “capitalizar” la indignación

  • Foto del escritor: Cicuta Noticias
    Cicuta Noticias
  • hace 3 horas
  • 3 Min. de lectura

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Redacción

Martes 4 de noviembre del 2025.- Convencido que la ejecución del alcalde de Uruapan Carlos Manzo Rodríguez es “un parteaguas” para la nación, el magnate Ricardo Salinas Pliego siente que puede capitalizar la indignación nacional.

Y aunque Salinas Pliego lanza una cortina de humo en los medios de comunicación que tiene concesionados, durante los últimos tres días está encerrado en una especie de “cuarto de guerra” donde se definirá en las próximas horas la ruta que seguirá para derrocar a un sistema que ha criticado hasta el cansancio.

Y aunque debe estar convencido que la consternación de los mexicanos es muy profunda, también sabe que están invadidos por la indignación y de eso sacará provecho.

Algún cercano a la presidenta Claudia Sheinbaum debió decirle a Salinas que está sumamente desconcertada y que —eso—debía aprovecharlo.

Un observador confió que Aun con sus gestos arrogantes, sus acostumbrados desplantes e insolente palabrería, Salinas se convirtió para muchos en la opción de liderazgo que ha estado ausente en la oposición.

Se supone que le diseñan un plan para que encabece movilizaciones sociales que presionen y desquicien a Sheinbaum.

El magnate tiene el tiempo suficiente para posicionarse y los recursos económicos y tecnológicos para desplazar a los que llama “gobiernicolas”.

La ejecución del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo Rodríguez, estremeció a Michoacán y al país.

Es innegable que la violencia política alcanzó un nuevo nivel de brutalidad y género un vacío de autoridad y un sentimiento de orfandad cívica.

Resulta claro que en medio de la crisis de liderazgos y la desconfianza hacia la clase política, observadores ubican a Ricardo Salinas Pliego como “la opción”.

El magnate —con su estilo desafiante, su discurso directo y su influencia mediática— aparece ante un sector de la sociedad como una figura capaz de canalizar la indignación que el gobierno federal no logra contener.

No se trata de un político tradicional, en los hechos no es político, pero en México eso ya no representa un obstáculo sino una alternativa viable.

Alguien podría decir que la política se volvió espectáculo y el asunto es que este empresario domina ese terreno con maestría.

Salinas Pliego ha construido una narrativa de confrontación con el poder establecido, aunque paradójicamente fue durante gobiernos anteriores que consolidó su imperio financiero.

Desde su trinchera mediática y sus redes sociales, ha proyectado una imagen de empresario rebelde, cercano al pueblo, enemigo de los burócratas y de lo que él llama “el gobierno que estorba”.

Esa retórica le ha permitido conectar con un electorado cansado de las promesas de cambio que se disuelven en el discurso oficial de la llamada Cuarta Transformación.

El asesinato de Manzo Rodríguez expuso —una vez más— el fracaso de las autoridades en materia de seguridad y justicia. En ese contexto, cualquier voz con fuerza mediática que exija respuestas adquiere relevancia política.

Si Salinas Pliego decide capitalizar el descontento, podría transformarse en un actor de oposición con peso real. Tiene dinero, medios de comunicación y una base social que lo admira más de lo que se atreve a admitir.

Sin embargo, su figura arrastra sombras difíciles de ignorar. Los litigios fiscales con el Servicio de Administración Tributaria, su confrontación constante con periodistas y su historial de negocios con el Estado limitan su autoridad moral para presentarse como paladín de la justicia o la transparencia.

Convertirse en el rostro de la indignación nacional exigiría desprenderse del cinismo empresarial que ha caracterizado su discurso.

El país carece de liderazgos sólidos y coherentes. En ese vacío, cualquier figura con poder y narrativa puede emerger.

Ricardo Salinas Pliego sabe cómo construir relatos, pero el reto sería convertir la ira en propuesta, la crítica en movimiento y el oportunismo en visión de Estado.

Si decide asumir ese papel, no solo desafiaría al gobierno de Morena. Desafiaría también su propia historia.

 
 
 

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