Jaime Flores Martínez
Miércoles 1 de marzo del 2023.- Decidido a menospreciar el gravísimo tema de los militares que ejecutaron a cinco jóvenes la madrugada del domingo en Nuevo Laredo Tamaulipas, el presidente debe sentirse parcialmente responsable.
Y no se trata de endilgarle al presidente la acción mortífera de un grupo de soldados, sino subrayar la trifulca que protagonizaron luego que un nutrido grupo de ciudadanos indignados los agredieron.
Si alguien observó las escenas ampliamente divulgadas, no debe quedarle duda que el glorioso ejército mexicano ya no goza del respeto social.
Muchos ciudadanos ya les perdieron el respeto a los militares y, en el caso en cuestión, los soldados se sintieron acorralados por la furia ciudadana y dispararon al menos en 70 ocasiones para amedrentarlos.
En las imágenes se observa como un hombre le tira un golpe a un militar en la visera de su casco.
Se escuchan majaderías de uno y otro bando, aunque hay que decir que el zafarrancho inició porque los ciudadanos estaban justificadamente indignados porque los militares “ejecutaron” horas antes a cinco muchachos que viajaban en una camioneta blanca.
En una postura que lució desconcertante, el presidente López Obrador busco salir del paso al afirmar que “ya estaba enterado” y que las investigaciones las realizará la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), aunque —dijo— la Secretaría de la Defensa coadyuvará con las investigaciones.
Quiere decir que ¿la SEDENA investigará a la SEDENA?
La “parcial responsabilidad” del presidente es porque se encargó de transformar la imagen de los militares ante la gente.
Y no precisamente porque son utilizados para realizar labores de seguridad que corresponden a autoridades civiles.
Estas acciones fueron decisión de anteriores presidentes y retomadas por López Obrador.
En un intento por contar con la disciplina del Ejército, AMLO los habilitó como oficinistas, albañiles, empleados aduanales, policías, banqueros y empresarios de la aviación, entre otras.
Los mexicanos ven a los militares hasta en la sopa y está muy claro que se les perdió el respeto.
El presidente será responsable de la reacción futura de aquellos militares que ya conocieron los beneficios económicos del servicio público y se olvidarán que su labor principal es servir a la patria.
Muchos ya se echaron a perder y lo peor es que la sociedad ya les perdió el respeto. La mejor prueba es lo sucedido la madrugada del domingo pasado en Nuevo Laredo Tamaulipas.