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El Quiebre Técnico de Pemex

  • Foto del escritor: Cicuta Noticias
    Cicuta Noticias
  • 8 may
  • 2 Min. de lectura

Redacción

Jueves 8 de mayo del 2026.-Petróleos Mexicanos (Pemex), la petrolera estatal mexicana, atraviesa una de las crisis más severas de su historia.

A pesar de los múltiples esfuerzos del gobierno federal para mantenerla operativa, la empresa enfrenta un quiebre técnico que compromete su viabilidad financiera y operativa.

El problema se ha agravado en los últimos años, impulsado por una combinación de deudas crecientes, mala gestión, proyectos poco rentables y una política energética rígida.

Deuda con proveedores y situación actual

Pemex adeuda más de 116 mil millones de pesos a sus proveedores, una cifra que ha ido aumentando desde mediados de 2023.

Esta deuda ha generado un efecto dominó en toda la cadena de suministro del sector energético, paralizando contratistas y afectando empleos.

Los retrasos en los pagos se han vuelto comunes y afecta la operación regular y la ejecución de proyectos de mantenimiento y exploración.

Inyecciones de capital público sin resultados sostenibles

Durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador (2018-2024), el gobierno federal ha inyectado más de 70 mil millones de dólares a Pemex, según cifras de la Secretaría de Hacienda. Estos recursos se han destinado principalmente al pago de deuda, reducción de carga fiscal y financiamiento de la refinería Dos Bocas, sin lograr estabilizar las finanzas de la empresa ni tampoco aumentar su rentabilidad.

A pesar del respaldo estatal, Pemex registra pérdidas netas alarmantes.

En 2023, la empresa reportó una pérdida de más de 100 mil millones de pesos, impulsada por mayores costos operativos, menor producción de crudo y deudas crecientes.

Entre los errores más graves destaca la priorización de proyectos como la refinería de Dos Bocas, que ha tenido sobrecostos millonarios y aún no opera a plena capacidad.

La apuesta por refinar más crudo, en lugar de enfocarse en actividades más rentables como la exploración y producción, ha resultado contraproducente.

Además, la falta de una reforma estructural en su modelo de negocios ha impedido la modernización de la empresa.

Pemex también ha mantenido una estructura laboral y operativa poco flexible. La corrupción histórica y la falta de transparencia en licitaciones y contratos han debilitado aún más su reputación y capacidad operativa.

¿Existe una salida?

Los expertos opinan que las opciones para sanear a Pemex son limitadas, pero no inexistentes.

Una posible salida consistiría en reestructurar la deuda con apoyo de instituciones financieras multilaterales, condición que requeriría mayor transparencia y reformas internas. Otra alternativa sería vender activos no estratégicos, como participación en plantas o ductos, para generar liquidez inmediata.

La opción más polémica, aunque discutida entre expertos, implica una posible privatización parcial de ciertas subsidiarias o filiales, para así abrir la puerta a capital privado en sectores donde Pemex ha perdido eficiencia.

Quienes conocen el tema aseguran que cualquier intento por rescatar a Pemex dependerá de varios factores: voluntad política para reformarla, apertura al capital privado, disciplina fiscal del gobierno y precios internacionales del petróleo estables o al alza. Sin embargo, sin un cambio estructural, las inyecciones de capital serán solo paliativos que no resolverán el problema de fondo.

Pemex se encuentra en una encrucijada.

O se transforma con decisiones audaces y difíciles, o arriesga convertirse en una carga insostenible para el Estado mexicano. El tiempo para decidir se acorta. Las finanzas, los inversionistas y los ciudadanos lo exigen.

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