"Alcatraz de los Caimanes" la nueva vitrina del cinismo migratorio en EU
- Cicuta Noticias

- 5 ago
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Por Daniel Lee Vargas
Ciudad de México, 6 de agosto 2025.- Bautizar un centro de detención de migrantes con el apodo de “Alligator Alcatraz” no es solo una metáfora grotesca; es un retrato brutal del desprecio con que la administración Trump —y ahora su secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem— trata la vida de miles de seres humanos cuyo único “delito” ha sido buscar una oportunidad.
Que Noem la proponga como modelo nacional para ser replicado en aeropuertos y cárceles de Arizona, Nebraska o Luisiana no es una simple decisión administrativa: es un giro dramático hacia la institucionalización del encierro exprés, la criminalización del tránsito humano y el desprecio sistemático por los derechos humanos.
En pleno corazón de los Everglades de Florida, entre caimanes y pantanos, se levantó esta prisión migratoria que, lejos de resolver la crisis humanitaria en la frontera, consolida una política de castigo ejemplarizante contra personas migrantes, muchos de ellos latinoamericanos, solicitantes de asilo o trabajadores que sostienen la economía informal de Estados Unidos.
Y mire usted, no se trata solo de “eficiencia operativa”, como pregona Noem al hablar de instalaciones “al lado de las pistas del aeropuerto” para facilitar deportaciones exprés. Se trata de una arquitectura del miedo, de centros diseñados para el confinamiento relámpago, sin garantías procesales, sin supervisión independiente y, en muchos casos, sin acceso legal o traductores.
La afirmación de que las personas “permanecerán menos días” no alude a una mejora en los trámites, sino a una deportación acelerada a cualquier costo, incluso el de separar familias, enviar personas a países en conflicto o incumplir tratados internacionales.
Más escandaloso aún es el cálculo económico que sustenta esta política: el costo por cama en “Alligator Alcatraz” asciende a 245 dólares diarios, superando en casi 50% el presupuesto regular del ICE. ¿Dónde está el ahorro? La respuesta está en la perversión del modelo: detención privada, lucro carcelario y cero inversiones en derechos humanos. Estamos ante un negocio migratorio disfrazado de seguridad nacional.
Resulta alarmante que esta estrategia se esté exportando como un “modelo a seguir” justo en un momento en que crece la retórica antiinmigrante, no solo en Estados Unidos, sino en otros países del hemisferio. El endurecimiento de las fronteras, el uso de prisiones como centros de detención y el desprecio por los principios básicos del asilo y la protección internacional, amenazan con convertir al migrante en enemigo público, y a sus derechos, en un lujo que pocos pueden reclamar.
Desde México, y desde cualquier sociedad que se precie de tener memoria y humanidad, no podemos callar ante esta barbarie. El “Alcatraz de los caimanes” no es un centro de detención: es un símbolo de la descomposición moral de un sistema que ha perdido toda empatía por el drama migrante. Si lo dejamos pasar como una anécdota pintoresca o una rareza burocrática, seremos cómplices de su réplica masiva.
Porque lo que está en juego no es solo el destino de unos migrantes. Lo que está en juego es el alma misma de la democracia.
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